Apuntarse con una pistola en la cabeza, cortarse la venas, tomar un frasco de pastillas que sabemos que puede acabar con nuestra existencia, lanzarse a las vías del metro o como a mi me llegó a parecer más poético... al estilo del oeste, ponerse la soga al cuello y dejar que el cuerpo apague su alma en un vaivén que al inicio puede ser desordenado y patético pero que al final se quedará danzando como el péndulo de un reloj de pared antiguo.
El final del dolor... el final de la angustia y las preocupaciones... sin poder ver, sin poder escuchar, sin poder oler, sin poder tocar y sin saborear... solo esa sensación de permanecer flotando como en una piscina sin saber nada más del mundo físico... eso es lo que muchos piensan que pasará.
Comentamos sobre unos cuantos de los suicidios más famosos de nuestra historia, el bosque de Aokigahara en Japón conocido como el bosque de los suicidios y el famoso puente de Overtoun en Escocia en donde muchos perros parecen lanzarse al vacío como si buscaran la muerte de manera consciente.